San Agustín

Los ermitaños de San Agustín se establecieron en Badajoz en la antigua ermita de Santa Engracia, extramuros de la ciudad, durante el reinado de Fernando IV, en el tránsito del siglo XIII al XIV. Tras la extinción de la orden del Temple en 1311, los Agustinos ocuparon el edificio que aquella poseía extramuros, próximo a la puerta de Santa Marina, hacia el año 1313, durante el obispado de Gil Coloma. En el año 1431, el obispo Juan Morales le permite establecerse definitivamente en la que fue antigua iglesia visigoda de san Lorenzo y en la que varios estudios afirman que en esta zona puede encontrarse la mezquita del pueblo, sobre la cual se levantó este convento agustino. Junto a la Iglesia se ven los dos claustros, el pequeño del siglo XVI y el mayor del siglo XVII. El convento seguirá con sus frailes hasta que se produce la exclaustración y supresión de las órdenes religiosas, en el año 1820. De todos modos, la Iglesia continuará ofreciendo culto, ya que 1852 se traslada a ella la parroquia de Santa María la Real, que sigue existiendo en la actualidad.

 

La Iglesia de San Agustín es una de las más sobresalientes de la capital pacense. Su fachada tiene una portada de mármol blanco construida en el siglo XVII y de estilo clasicista, con columnas estrelladas sobre podio. Está rematada por una estatua de San Agustín, que está escoltado en ambos lados de la parte superior por los escudos de la ciudad de Badajoz y el obispo agustino fray Agustín Antolínez, que está enterrado en el interior del templo. La planta de la Iglesia está formada por una nave de grandes y amplias proporciones, propias del renacimiento, con 10 capillas laterales.

Portada de mármol blanco construida en el S. XVII y de estilo clasicista, con columnas estriadas sobre podium.

Escudos de la ciudad de Badajoz y el del Obispo agustino Fray Agustín Antolínez.

Estatua de San Agustín

Claustro de San Agustín durante la celebración del Belén viviente 2024

En la iglesia se encuentras sepultados, como era habitual antiguamente, destacados personajes de la ciudad desde el S. XVI, cuyas lápidas pueden verse en el suelo del templo.

En la actualidad, el párroco es d. Manuel Ruiz Durán.

Capilla de la Hermandad del Santo Entierro

Nuestra cofradía del Santo Entierro, Virgen de las Lágrimas y Santiago Apóstol está situada en la primera capilla de la nave del Evangelio, donde tiene su sede canónica. Aunque su origen se remonta a comienzos del siglo XVI, no será hasta el año 1604 cuando sus reglas fueron aprobadas. Tuvo su primera sede canónica en la desaparecida ermita de Santiago, en la Alcazaba, que fue destruida durante la invasión francesa. Posteriormente se trasladó al convento de los Remedios, en la antigua calle Mesones para poner finalmente su sede canónica, en 1870, en esta parroquia de Santa María la Real.

Esta capilla tiene instalado en su frente un retablo de finales del siglo XVII o principios del XVIII, de madera policromada, compuesto por un cuerpo, tres calles y remate, con columnas salomónicas decoradas con hojas y racimos de vid. Su primer cuerpo lo preside la imagen de vestir de la Virgen de las Lágrimas, talla anónima del siglo XVII, entre dos pequeños tableros de madera con relieves de Santa Ana y de San José.

En un testero lateral de la capilla, y dentro de una vitrina, está la talla anónima del Cristo Yacente, del siglo XVII o XVIII, la cual es la imagen titular de la hermandad del Santo Entierro. Frente a él, un crucificado muerto de tamaño algo inferior al natural, de muy buena factura, con rasgos manieristas y posiblemente de principios del S. XVII, articulado, que nos permite todos los Viernes Santo realizar el auto sacramental del descendimiento de Cristo. En el suelo, como en la mayor parte de las capillas del templo, nos encontramos dos lápidas de enterramiento.

Terminamos diciendo que esta capilla, en la época conventual, estaba dedicada al culto de San Lorenzo, titular de la parroquia, antes de la llegada de los frailes.