Es la primera capilla del lado de la epístola como en la que está instalada en el sagrario de esta parroquia, cubierta con bóveda de nervaduras góticas. Es una capilla con obras patrimoniales pertenecientes a los padres jesuitas que quedaron en su edificio cuando en 1767 la orden fue expulsada de todos los territorios pertenecientes a la monarquía hispánica; en 1770 mediante Real Orden de Carlos III se traslada el templo de los jesuitas a la parroquia de Santa María del Castillo, o a partir de ahora, la Real. En 1852, la parroquia de Santa María pasa a ocupar el templo desamortizado del convento de los Agustinos y aquí llega con todo su patrimonio artístico.
El testero frontal está presidido por un retablo moderno de estilo barroco en el que figuran dos tallas de madera policromada del siglo XVIII de los santos de la orden jesuítica San Ignacio de Loyola, fundador de la misma y san Francisco Javier. De los muros laterales de la capilla cuelgan dos grandes lienzos que fueron pintados por su autor originalmente formando pareja. Ambos representan la aparición de la virgen a los santos jesuitas San Ignacio y San Francisco Javier, los dos firmados por su autor Alonso García mures y datados en 1720 y 1721 respectivamente. Pintor originario de Sevilla, formado en el ámbito de la numerosa y duradera escuela mulleres ha se avecina un joven en nuestra ciudad donde dará lugar a una saga familiar de artistas.
El retablo de la capilla del Sagrario, que contemplamos, fue donado y pagado por Damiana de León y Silva en 1634, en la iglesia que tenía por titular a Santa Catarina, mártir.