Capilla de Nuestra Señora de Lourdes

Capilla de Nuestra Señora de Lourdes

Esta tercera capilla de la nave de la epístola, en la época conventual, tuvo dos titulares a lo largo de los siglos: Santa Mónica (1609), cuyo patrono era Antonio de Morales Contreras y Santa Úrsula, cuya existencia la encontramos en el testamento de Antonia Morales en 1663: “Quiero ser sepultada en la capilla de Santa Úrsula… y lo dejo a disposición de Juan Morales, mi primo”.

Esta cubierta con bóveda de cañón acasetonada. Su testero frontal está presidido por un retablo de madera pintada del segundo tercio del siglo XVIII, compuesto de un cuerpo, tres calles y remate con estípites barrocos como elementos sustentantes. En una hornacina del banco del retablo podemos contemplar una Virgen Sedente con el niño, conocida por todos los pacenses como la virgen de pajarito, labrada en mármol policromado, con rasgos estilísticos aún goticistas y un tratamiento anatómico rígido y poco naturalista que la puede poner en relación con un taller local en la primera mitad del siglo XVI. En la calle central del primer cuerpo tiene una imagen moderna de la virgen de la Milagrosa, y en las calles laterales dos pinturas pequeñas al óleo sobre lienzo con la imagen de cuerpo completo del rey San Fernando y de Santa Clara. En el remate del retablo otro óleo sobre lienzo que representa al obispo San Atón. Los tres lienzos pertenecen a un pintor local, de la primera mitad del siglo XVIII. A derecha e izquierda, del retablo, encontramos las imágenes titulares de la hermandad y cofradía del santísimo Cristo Resucitado de nuestro Señor Jesucristo, Santísimo Cristo de la Caridad en su Sentencia y María Santísima de la Aurora, Madre de la Iglesia, fundada en 1982: Santísimo Cristo de la Caridad en su sentencia y María Santísima de la Aurora, del son del imaginero Israel Cornejo Sánchez, de Vélez Málaga.

En el muro derecho existe un enterramiento con la vida y escudo nobiliario perteneciente al fundador de la capilla, antes citados. A su lado, encontramos un lienzo del Santo jesuita San Luis Gonzaga, del siglo XVIII. En el suelo se conservan también distintas lápidas funerarias de las cuales son identificables las del marqués de Dragonette, teniente general de los ejércitos de Felipe V durante la guerra de sucesión a la corona española. En 1729, y otra de don Fausto Herrera Zapata y Tovar, en 1790.