Capilla de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro

Capilla de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro

Esta capilla no existía en la época conventual. Era el paso natural del templo al claustro grande. Era conocida como Puerta de Gracias, como lo relata doña Francisca de Villalobos, cuando toma posesión y propiedad, en 1638, de dicho paso, “desde la Puerta de Gracias, que sale de la dicha iglesia al claustro nuevo del dicho convento, hasta la puerta de un aposento que la dicha iglesia tiene la hermandad de las ánimas del purgatorio”. Este nombre de Gracias con que se llama a esta puerta es porque a la salida de ella nos encontramos dos árboles genealógicos de la orden de ermitaños de san Agustín, masculina y femenina, de santos, mártires, obispos… y que nacen de su fundador. Estas pinturas solo pueden verse desde el interior del claustro, en el arranque escalera Real.

Esta quinta capilla y última de la nave del Evangelio está cubierta con una bóveda de cañón simple. En la cabecera se levanta un retablo de madera dorada y policromada con estípites como elementos sustentantes, del segundo tercio del siglo XVIII y presidido por la imagen de Nuestra Señora del perpetuo Socorro. En el muro derecho de la capilla cuelga un óleo sobre lienzo que representa la imagen de Nuestra Señora del buen Consejo. Esta es una obra tardo manierista atribuida a un pintor anónimo de la escuela sevillana de la primera mitad del siglo XVII. La virgen, encerrada en una mandó relata, celebra sobre una peana formada por angelotes y la media luna, al mismo tiempo que es coronada y flanqueada por otro grupo de ángeles.